De modo geral o que é retratado no texto


Page 2

tran en los lambos ó chozas, y subiendo a la techumbre buscan entre las hojas de que ésta se halla formada, los insectos que allí suelen albergarse y que constituyen su principal alimento, después de lo cual se retiran nuevamente a los bosques.

El modo que el barizo tiene de atrapar insectos es muy curioso. Aproxima la mano abierta a su víctima, y de un solo golpe la coge con todo el puño; llevándose éste en seguida ante la boca abierta, suelta al prisionero, que necesariamente va á caer en aquella, y es al punto devorado.

Aunque su cola no es verdaderamente prensil, este animal se sirve de ella como de un punto de apoyo en la acción de trepar, apoyándola diagonalmente sobre la rama y ciñendo ésta en parte. Cuando toma la posición vertical, usa dicho apéndice como un tercer pie, a la manera de los kanguros.

Generalmente, reúnense los barizos en grupos bastante numerosos, compuestos de individuos de ambos sexos y de todas edades. Según parece, el celo no está sujeto á época fija. Los machos se muestran en todo tiempo sumamente solícitos con las hembras, llegando unos y otras á besarse exactamente como las personas.

El Sr. Espada logró llevar un barizo vivo hasta Pará, cosa bastante difícil, por cuanto estos animalitos, viviendo en las selvas del interior, se ven atacados de una especie de diarrea mortal cuando se los lleva a las costas. Aquel monillo era muy juguetón y revolvía todo cuanto en la mesa de su dueño encontraba. Cuando vió por primera vez un libro comenzó á pasar las hojas con mucho detenimiento, esperando, sin duda, hallar algún insecto oculto entre ellas. Parecía muy propenso á orinar con frecuencia, siendo de notar que lo hacía en más abundancia y, al parecer, con cierta dificultad cuando veía su imagen reproducida en algún espejo. Cierto día asomóse á la boca de uno de esos anchos tinteros usados en los barcos, y al verse retratado tan negro en la superficie de la tinta, mostró con sus agudos chillidos un gran espanto y volcó como con despecho el objeto, vertiendo todo el liquido que este contenía.

Los indios aprecian al barizo, no sólo por los servicios que como insecticida les presta, sino también por su lindo aspecto y sus graciosos movimientos; y los de algunas tribus mainas,


Page 3

ria sobre el B. rubicundus (1), a la que acompañan varias láminas recomendables por su fidelidad. A semejanza de la joven hembra en ellas representada, la de la colección que es objeto de este trabajo tiene la cola de un grueso igual en toda su longitud, y no esférica como la del individuo, sin duda defectuoso, que Werner representó en los Archives du Museum de Paris, tomo v, lámina xxx.

El ejemplar descrito procede de San Paulo de Olivenza, desde donde el Sr. Espada lo llevó vivo hasta Pernambuco, siéndole así posible hacer algunas observaciones acerca de su condición.

Era éste animal cariñoso y manso como lo son muy pocos monos, lo cual no impedía que tuviese sus ratos de mal humor, y entonces era cuando se encendía el color de sus mejillas. Para dormir se sentaba con los brazos cruzados sobre las rodillas y la cara oculta entre aquellos y el pecho, teniendo la cabeza muy inclinada; por efecto de esta posición, al despertar ofrecía también aquel notable sonrojo.

El nombre indio de esta especie es uacarí ó acari; los brasileños le llaman macaco vermelho y macaco inglés.

Según el Sr. Espada, los pigmeos que se dice han encontrado algunos viajeros en los bosques de los Andes no serían probablemente otra cosa que uacaries de esta o parecida especie, pues es ciertamente notable la semejanza relativa que con el hombre, y con algunos hombres sobre todo, tienen estos monos de son rosadas mejillas.

En atención á que el uacarí es uno de los cuadrumanos que tienen más separadas las ventanas nasales, pensaba el mismo naturalista que el deseo de parecerse a este mono pudo ser muy bien causa de que la antigua nación peruana de los iscaicingas practicase la feísima y bárbara costumbre de henderse la nariz de arriba a abajo, separando así las aberturas (2).

(1) On the External Characters and Anatomy of the Red Vakari Monkey. («Proceedings Zool. Soc. of London », 1880, pág. 627.)


Page 4

negros y blanquecinos, se destaca el pelo blanco que rodea la

у boca y las aberturas nasales.

Longitud desde el hocico á la raíz de la cola, 0,235 m.; de la cola, 0,32 m.

El individuo joven tiene el pelo algo lanoso, y presenta en el dorso matices rojos; la mezcla de los colores en esta región no es igual a la del adulto, sino que está dispuesta á grandes manchas ó fajas. Los pelos bucales son, más bien que blancos, de un color pálido de azufre, y forman á uno y otro lado de la boca verdaderos bigotes de regular longitud.

A esta especie pertenece, sin duda alguna, la hembra que con el nombre de Midas tripartitus describió M. Alfonso MilneEdwards en los Nouvelles Archives du Museum, serie 2.", tomo 1, página 161, pues las diferencias que entre los dos Midas señaló el eminente naturalista francés pierden todo su valor cuando se conocen las variaciones que según el sexo se observan en el M. lagonotus. Los pelos blancos de la boca, por ejemplo, que en el ejemplar de Milne-Edwards se corren hasta los ojos, estaban dispuestos del mismo modo en otra hembra que describió el Sr. Espada (1), si bien en esta ocupaban el tabique nasal y en aquel no; pero, dada la variabilidad á que dentro de la especie que nos ocupa está sujeto este carácter, no creo de importancia las pequeñas modificaciones que pueda presentar. En el M. tripartitus la mezclilla del lomo es más obscura y más amarillenta que la del M. lagonotus macho, pero igual á la de todos los individuos del sexo femenino á que él pertenece, y su semejanza con el pelaje del Hapale jacchus no es sino un indicio de edad no muy avanzada, notándose algo parecido en nuestro individuo joven. En cuanto al color amarillo de la región escapular, que es otro carácter de la supuesta distinta especie, no es raro en la que descubrió nuestro malogrado consocio, pues todos los ejemplares presentan en dicha región un matiz leonado ó amarillento muy marcado.

Aun sin entrar en tan detalladas observaciones, basta comparar los dos ejemplares del M. lagonotus que hay en la colección del viaje al Pacífico con la lámina, al parecer perfectamente hecha, que acompaña al trabajo de M. Milne-Edwards,

(1) Algunos datos nuevos ó curiosos acerca de la fauna del alto Amazonas. Madrid, 1870, pág. 14.


Page 5

primero está situado en el punto de unión de las provincias de Madrid, Segovia y Guadalajara; forma parte del arcaico de las tres provincias, y está rodeado en la última por el silúrico. Sirve de límite á ambos una línea curva que, partiendo del S. de la Punta de Riaza y pasando por Peñalva y Colmenar de la Sierra, viene a terminar entre este punto y La Hiruela, al S. de ambos. Comprende los pueblos de El Cardoso, Bocígano, Peñalva, Cábida y La Hiruela Vieja, además de una gran parte del término de Colmenar y otra menor de Corralejo.

Unos 22 km. más al E. viene á estar situado el manchón de Hiendelaencina, más importante que los otros dos por su extensión, y al que han hecho célebre sus yacimientos de minerales argentíferos. Su forma es bastante irregular. Empieza al S. de Alcorlo, dentro de cuyo término está en contacto con el cretácico de Congostrina y San Andrés del Congosto, el silúrico de Veguillas y un diluvium local, situado entre Robredarcas, Las Cabezadas, Zarzuela de Jadraque y Alcorlo. Desde este punto, la línea limitante se dirige, primero al N., luego al No. y nuevamente al N., en contacto con el silúrico, para inclinarse al NE. entre El Ordial y Bustares. Al N. de dicho pueblo, el límite se vuelve rápidamente hacia el s., for mándose un golfo comprendido entre Bustares, Navas de Jadraque, Villares y Gascueña, este último á la misma latitud próximamente que el primero, y los otros dos al S. de los anteriores; este diluvium está compuesto, como el que citaremos después y el nombrado anteriormente, por grandes trozos rodados de cuarcitas, iguales a las que forman el silúrico colindante. Al N. de Gascueña, la línea se dirige próximamente de 0. á E., hasta alcanzar el establecimiento minero, hoy abandonado, de La Constante, en contacto también con el silúrico. Desde este punto se dirige hacia el S. por un gran trecho, formando un arco de poca curvatura con la concavidad hacia el E. y bordeado por su extremo más oriental por el manchón

у triásico de Pálmaces; todo este gran arco está en contacto con el diluvium, que viene a separar el manchón arcáico de que nos estamos ocupando, del de La Bodera. Por último, desde el término de Pálmaces hasta el de Alcorlo, el límite está formado por un pequeño arco cuya cuerda tiene una dirección So., en contacto con el cretácico, y con su concavidad hacia el SE. Comprende este manchón los pueblos de Zarzuela, Alcorlo,


Page 6

esta elevada región las mayores alturas de la provincia, entre las cuales pueden citarse el cerro de la Excomunión (2.161' metros), Sierra Cebollera (2.125), Hoyos-Duros y Montes Claros (más de 2.000), Bocigano (1.470), y Peñalva (1.345).

Menos quebrado, aunque siempre bastante irregular, es el suelo que constituye el manchón de Hiendelaencina, el cual forma una pequeña meseta de unos 1.100 m. de altitud media, surcada por numerosos y profundos barrancos, todos ellos subordinados á uno principal que le recorre de N. á S., abierto por el Bornoba. El más importante después de éste y como todos ellos de abruptas laderas, es el que separa á Zarzuela de Villares. Como pequeñas extensiones que puedan calificarse de llanuras, sólo merecen citarse dos planicies, una al N. de Hiendelaencina y otra al 0. y S. de Zarzuela, cuyo término comprende casi por completo. Las altitudes extremas son: Bustares (1.185 m.), Zarzuela (1.148), Hiendelaencina (1.082) y Alcorlo (995).

El tercer manchón tiene una altitud media próximamente igual a la del anterior, y ofrece un declive bastante marcado desde La Bodera y Cardeñosa (1.117 y 1.041 m. respectivamente) hacia el triásico de Pálmaces (910 m.) Está surcado en su borde occidental por un barranco en cuyo fondo corre el río Cañamares, al que se subordinan otros, tales como el que separa á La Bordera de Cardeñosa.

IIidrografia.-Lo quebrado del terreno descrito es causa de que sean numerosas las corrientes que le surcan, pero poco caudalosas y de régimen muy irregular. Tres son las que podemos citar como más importantes: el Jarama, el Bornoba y el Cañamares, todos aquí de carácter torrencial.

Nace el primero dentro del manchón más occidental, al S. del puerto de El Cardoso, y después de correr hacia el SE. sirviendo de límite á las provincias de Madrid y Guadalajara, abandona el arcaico en Colmenar de la Sierra. Sus pequeños afluentes, así como el Jaramilla en su origen, forman todo el sistema hidrográfico de este afloramiento.

El Bornoba, que es el más importante, penetra en el arcaico de Hiendelaencina por La Constante, donde ponía en movimiento los mecanismos para la extracción de la plata por amalgamación, y encajonado en profundo cauce recorre todo el manchón en el sentido de su longitud, penetrando en el cre


Page 7

La Constante, y otro al SE., imperante entre Hiendelaencina, Congostrina y Pálmaces.

Manchón de La Bodera.-Cuatro buzamientos se observan en el pequeño manchón de La Bodera, correspondientes á los cuatro cuadrantes de la rosa de los vientos: SE. entre Rebollosa y Pálmaces, al Mediodía del primer punto; NO. entre los mismos al N. del segundo; NE. entre La Bodera y Cardeñosa, cerca del silúrico colindante, y so. entre los mismos pueblos, al Mediodía de La Bodera.

Estos, que á primera vista parecen difíciles de relacionar entre sí, se explican bien desde el momento que se admita un plegamiento de las capas, que primitivamente formarían por falla un anticlinal cuyo eje se dirigía poco más o menos de NNE. á SSO., pasando por Rebollosa. Este plegamiento empujó la línea de falla de 0. á E., quebrándola y convirtiéndola en otras dos, la más septentrional dirigida de NO. á SE. y la más meridional de NE. à so.

Veamos ahora cómo todos los datos recogidos en el terreno vienen a confirmar tan sencilla hipótesis. Cuando penetramos en este arcaico, desde el cretácico de Angón en dirección normal á la línea de falla que se extiende de Rebollosa á Pálmaces, se ve cómo se van sucediendo con el buzamiento ya dicho y en estratificación concordante, los elementos que previamente podíamos suponer: cretácico, piso superior del arcáico, piso medio (escasamente representado), hasta llegar a la altura de Rebollosa, donde con el buzamiento correspondiente aparece un gneis glandular, cuyas enormes glándulas, constituídas por cristales de ortosa maclados según la ley de Carlsbad, se encuentran abundantísimas por el terreno, desprendidas por descomposición del magma que las trababa.

Igualmente confirma esta suposición el corte del contacto con el silúrico, en dirección normal al eje de falla que se ex-tiende entre La Bodera y Rebollosa. También en él se ve cómo concuerdan en estratificación ambos terrenos, y cómo el buzamiento cambia a la altura de la falla apareciendo materiales distintos.

¿Cuál ha sido la causa de este violento pliegue de las capas arcáicas? Aunque siempre en la idea de que nuestra escasa autoridad no nos permite formular sino hipótesis que podrán ser modificadas el día en que un examen atento por personas.


Page 8

ANALES DE HISTORIA NATURAL.

cos, la fuerte birrefringencia y falta de policroismo en secciones delgadas, han acabado de disipar toda duda en la determinación de dicho mineral.

Además de las variedades que pueden establecerse (siempre á simple vista), por los tamaños de las cordieritas y feldespatos destacados, también por el color se pueden encontrar diferencias notables; pues mientras los más alterados y de cordieritas menores son de un color grisáceo, aquellos en que dicho mineral alcanza mayor volumen pueden presentar colores rojizos ó azulados; en los primeros son frecuentes los feldespatos de gran tamaño y los segundos tienen un aspecto satinado muy notable, en la pasta fundamental.

Estudiada ésta al microscopio se la ve formada en la mayor parte de los casos de cuarzo granulítico y biotita, sin que dejen de percibirse en ella algunas veces gránulos feldespáticos referibles á la ortosa y láminas poco abundantes de moscovita. Pueden distinguirse en esta pasta dos variedades, una de perfecta polarización de agregado y que es la verdaderamente fundamental; otra de elementos algo mayores que se encuentra formando unas bandas ó zonas que rodean á los feldespatos y cordieritas ó van de unos á otros cristales como caminos abiertos a través de la primera.

Además del cuarzo que forma parte de este magma, suelen encontrarse en las preparaciones algunas placas algo mayores, de aspecto porfirico. Las inclusiones más frecuentes en este mineral son las liquidas, notables por ser algunas dobles y contener otras cubos de sal común. También abundan las gaseosas, y aunque con menos frecuencia, se hallan á veces granos de circón y agujas de apatito.

Las micas, poco abundantes en el magma cuando lo son en acumulaciones destacadas, pueden ser magnesianas ó potásicas. Estas últimas abundan menos y

bien conservadas, mientras que aquellas dan lugar frecuentemente á pro

а ductos ferríferos y cloríticos abundantes.

Los feldespatos pueden ser ortosas y plagioclasas, siempre de tamaño considerable, muy alterados y penetrados por la masa granulítica y las micas. Las plagioclasas, que en general son menos abundantes y están más descompuestas, tienen su estructura polisintética característica con bandas alternantes anchas y estrechas que se extinguen á unos 25° con relación


Page 9

tiva abundancia, se encuentra la esfena ó titanita; se revela desde luego por su forma de lente biconvexa, su gran relieve y el color rosado.

Micacita.- Forma con las pizarras cristalinas el material dominante en el manchón occidental, encontrándose también, aunque menos abundante, en los de Hiendelaencina y La Bodera. A simple vista se distingue la de estos últimos en que el color general es grisáceo, mientras que en la de El Cardoso es algo rojizo, lo cual se debe a que en la primera domina el cuarzo, mientras que en la segunda el elemento más abundante es la mica, que por su descomposición origina arcillas teñidas por óxidos de hierro.

Los cuarzos son siempre granulíticos, habiéndolos pobres en inclusiones, así como otros las poseen abundantes; las más frecuentes son líquidas de burbuja fija y gaseosas. También se encuentran en ellos agujas de apatito y menudos circones.

La mica dominante es biotita, que por su descomposición origina moscovitas, mucha materia arcillosa y productos ferriferos, entre los que domina la magnetita, no siendo raro el oligisto en pequeñas escamas; no da jamás productos cloriticos. Ambos elementos se presentan perfectamente trabados y de contornos corroídos muy irregularmente, no siendo raro encontrar entre ellos pequeñísimos granos feldespáticos referibles á la ortosa.

Pizarra de otrelila.-Entre las pizarras cristalinas, que como ya afirmo anteriormente sólo se encuentran en el manchón occidental, hay dos variedades, las de estaurolita y las de otrelita, que constituyen rocas muy notables y son (fuera de la localidad), poco frecuentes, razón por la cual he creído que debía decir algo de ellas. Ambas pueden considerarse como micacitas en que se han individualizado, destacándose de la masa por su mayor tamaño, los cristales de otrelita, estaurolita y granate.

La pizarra otrelitica consta de una masa homogénea compuesta exclusivamente de biotita y cuarzo granulítico, cuyos elementos se han alargarlo dando á este magma una estructura confusamente fibrosa, muy notable á pequeños aumentos.

La presencia de un mineral tan raro como la otrelita necesariamente había de llamarme la atención y desde luego traté de cerciorarme de si verdaderamente era esta especie la de


Page 10

de la clorita. El mineral yace formando pequeños nidos con cristales confusos en las venas de cuarzo que atraviesan frecuentemente estos gneis.

Galena.-La galena es abundantísima en La Bodera, donde ha constituído, por su mucha ley argentífera, objeto de una activa explotación. También he visto bellos ejemplares cristalizados, procedentes de los filones de Hiendelaencina, donde, sin embargo, abunda mucho menos.

Discrasita.-Se cita como una rareza, de Hiendelaencina. No he podido comprobar su existencia.

Freislebenita.- Este mineral es uno de los más comunes y característicos de esta región, constituyendo ejemplares sumamente vistosos. He visto ejemplares procedentes de las minas «San Carlos», «Santa Catalina» y «Relámpago», pero los más notables son los que proceden de la llamada «Verdad de los Artistas». Se suele presentar en masas amorfas, á veces algo friables, en cristales destacados (estriados), y en otros que, mezclados con cristalitos de roca, baritina en grandes tablas, siderita espática ó en lentes apiladas y á veces algo de pirita, forman drusas complejas sobre el gneis. Los cristales llegan á alcanzar en algunos ejemplares de nuestro Museo hasta 3 cm. en sentido del eje vertical, y aunque sus formas no son exactamente determinables, se ve que dominan entre ellas los clinodomos, prismas verticales y ortopinacoide. Muchos ofrecen maclas interesantes (1). Algunos ejemplares dan indicios de hierro.

Burnonita.- En las colecciones del Museo de Historia natutural figura un ejemplar de esta especie, procedente de Hiendelaencina. No está cristalizado; lleva manchas de embolita y es ferrífero y muy argentífero.

Proustita. -Suele acompañar a la pirargirita.

Pirargirita.-Es el mineral de plata más abundante, habiendo de él cristales bien terminados, algunos de 4 ó 5 cm., formados por el prisma, y dos romboedros de signo contrario, desigualmente desarrollados. Dichos cristales van frecuentemente acompañados de otros de galena, freislebenita, baritina, calcita y cuarzo, estando depositados unas veces sobre el gneis,

(1) (ALDERÓN: ANALES DE LA SOC. 1 SP. Ve Hist, Nat.,t xi, Actas, p. 65.


Page 11

dice. no haberle encontrado, habiéndonos sucedido á nosotros otro tanto. Quizá haya sido tomada como tal la mica algo verdosa y untuosa al tacto del gneis de dichos puntos, así como la grisácea y también algo untuosa que forma parte de algunos gneis cordieríticos de Gascueña.

Caolin.-Según el Sr. Castel se halla en algunos puntos producido por la descomposición de los feldespatos.

Cordierita.-Ya hemos tratado de este mineral al hablar de los gneis cordieríticos. Las cordieritas sueltas de tamaño relativamente considerable, se encuentran principalmente en los alrededores de Gascueña y La Constante y son siempre granos redondeados.

Anfiboles.-Actinota.- En la pizarra anfibólica del manchón de La Bodera se encuentra en hacecillos de fibras rotas, de color verde, que al microscopio presentan muy marcado su crucero fácil según m y las fracturas características según g'. La extinción referida al alargamiento es á 15°, el signo negativoy el policroismo muy marcado.

Hornablenda.-Es abundante en las pizarras y micacitas granatíferas del manchón de El Cardoso, donde destacan cristales de facies basáltica, de color negro, á veces de bastante tamaño, en los que no se pueden discernir bien las formas. Al microscopio presentan un color verdoso, estando llenos de magnetita y de grandes poros gaseosos. En las mismas localidades forma este mineral grandes masas negras, fácilmente exfoliables, con los mismos caracteres micrográficos.

Feldespatos.- Las ortosas se encuentran, como ya hemos indicado, en los gneis glandulares, micáceos y cordieríticos de los manchones orientales, siendo frecuentes los cristales (glándulas) sueltos de 8 y 10 cm. en los alrededores de Hiendelaencina, Zarzuela, y sobre todo Cardeñosa y Rebollosa. Respecto de plagioclasas, ya las hemos citado en los gneis micáceos y en los cordieríticos (oligoclasa). En cuanto á ejem-. plares macroscópicos del feldespato triclínico, véase lo que acerca de la oligoclasa de Hiendelaencina dice el Sr. Calderón en su trabajo «Plagioclasas españolas (1).

(1) ANALES DE LA SOC. ESP. DE HIST. NAT. t. Ixv, Actas, pág. 28. 1896.


Page 12

FLORA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

NOTAS CRÍTICAS ACERCA DE LA FLORA ESPAÑOLA

(Sesión del 9 de Febrero de 1898.)

Hæmatococcus lacustris Rostaf.-No se han mencionado nunca estas algas en España, pero he tenido ocasión de observarlas hace poco tiempo. Estando practicándose por D. Fausto Garagarza, en la Facultad de Farmacia, el análisis de unas aguas salinas ioduradas, procedentes de las inmediaciones de Medina del Campo, llamaron su atención unas algas de color rojizo que venían en las muestras sometidas al análisis y que eran sensibles a la acción de la luz. Por indicación suya observé al microscopio los mencionados organismos, no quedándome duda de que pertenecían á la especie cuyo nombre encabeza esta nota.

Tetraspora lacunosa Chav.-Hállase citada esta especie de alga cloroficea, perteneciente a la familia de las protococáceas, en Portugal, mas no conozco mención alguna de su existencia en España. Conservo en mi colección ejemplares que indudablemente corresponden a la Tetraspora lacunosa Chav. recogidos en Mayo de 1897 en las aguas que manan en las inmediaciones de la linea férrea de Segovia, en el trayecto comprendido entre el túnel de Guadarrama y la estación de Cercedilla.


Page 13

Urocystis pompholigodes Rabenh.- Especie de hongo uredináceo oueva para la flora española y cuya existencia debo mencionar en vista de haberla hallado en ersas localidades de Santander (San Vicente de la Barquera y El Tejo, cerca de Comillas) y también en La Franca (Asturias). Aun cuando este hongo puede vivir sobre plantas de diversas familias, las observaciones que he tenido ocasión de hacer no me han permitido hasta hoy comprobar su existencia mas que sobre el Ranunculus repens. En Madrid, donde esta especie existe también cultivada y espontánea, en condiciones adecuadas por vivir en sitios muy húmedos, la he buscado referidas veces sin resultado.

Puccinia Vincæ DC. (Ecidium Vinca Láz.) – Hace ya algunos años que en una nota comunicada á la Sociedad Española de Historia natural di cuenta de haber hallado la fase ecidica de un hongo uredináceo sobre las hojas de la Vinca major cultivada en Madrid, no siéndome posible por entonces referirla á ninguna de las especies cuyas teleutosporas existen bien comprobadas en Madrid.

Como la cuestión sólo podía resolverse por medio de nuevas observaciones, y la primera materia me era fácil recogerla en el mismo Jardín Botánico, he continuado recogiendo ejemplares de la hierba doncella en los que se acusaba esta enfermedad. En ellos he podido ver en abundancia esporas y fructificaciones de Ecidium, que es lo que más abunda, y alguna vez he visto en el envés puntitos, que estudiados con el microscopio en la sección transversal correspondían á fructificaciones de Æcidiolum.

Ultimamente conseguí hallar tambien esporas de Puccinia (teleutosporas) con su forma tan característica, y esto ya resolvió todas mis dudas, pues me permitió determinar el hongo como perteneciente a la Puccinia Vince DC.

Dos cosas deben llamar nuestra atención respecto de esta especie. Es la primera que la fase ecidiolica de la especie no la he visto mencionada en ningún autor, y es por tanto muy posible que no haya sido observada y que con su conocimiento y con la coexistencia de las teleutosporas Ecidium y Æcidiolum sobre la hierba doncella debemos quedar establecido que la Puccinia Vince presenta todas las fases propias de las espe


Page 14

Stereum sanguinolentum Fr. (Thelephora sanguinolenta Alb. et Schw.)- Especie citada únicamente en Portugal, en los pinares próximos á Granja (inmediaciones de Oporto), por el señor Castro y que

he podido observar en los dos últimos veranos en los pinares de la costa asturiana, en Salinas de Avilés.

Stereun ochroleucum Fr.-No se ha mencionado hasta hoy, que yo sepa, entre los hongos de nuestra flora, no obstante lo cual puedo afirmar que existe en la sierra de Guadarrama, tanto en la vertiente septentrional (El Espinar) como en la meridional (Cercedilla). El Sr. Martínez y F. Castillo me ha remitido ejemplares recogidos por él en Naranco (Oviedo) y que he determinado como pertenecientes a la misma especie.

Auricularia mesenterica Pers.-Existen algunas menciones referentes á la existencia de este hongo en la Península, entre ellas la de Clemente, que refiere haberle visto en Granada y la

y de Lagasca que afirma su existencia en España, sin mencionar localidad. Estas son las únicas indicaciones que conozco y que se refieren á España, no habiéndose citado posteriormente en nuestro país, aunque sí en Portugal.

Creo muy posible que la cita indeterminada de Lagasca pueda referirse á Madrid, puesto que algunos ejemplares mal preparados que había recogido en años anteriores en la Real Casa de Campo y, sobre todo, otros que pude estudiar en fresco hasta en su estructura y que fueron recogidos en la primavera anterior en la Moncloa, resultan pertenecientes à la mercionada especie.

Corticium lacteum Fr. (Thelephora lactea Fr.)— Citado en Portugal y únicamente en una localidad española del Pirineo (en Vertizarana). A esta especie refiero un ejemplar que me procuro nuestro consocio Sr. Rivas Mateos y que fué recogido por él en las vertientes de la sierra de Gredos, dentro de la prcvincia de Cáceres.

Dædalea quercina Pers.- En la Enumeración del Sr. Colmeiro sólo se menciona esta especie como de Portugal, pasandose por alto la cita hecha de ella por el Sr. Lacoizqueta en el valle de Vertizarana, omisión bien disculpable en obra que ha acumulado tantos datos, mientras se transcribe la de la Dadalea cinerea del mismo autor y de idéntica localidad. Esta omisión de que había tomado nota para esta Memoria aparece salvada ya en el reciente trabajo del Sr. Aranzadi, y este autor menciona tambien haberla hallado cerca de Bilbao, en Arrigorriaga. Deberá, pues considerarse como especie española.

Dædalea unicolor Fr. (Boletus id Bull.)- El hongo conocido con este nombre sólo se ha citado en Portugal y en Castelserás (Teruel). Entre algunas criptógamas recogidas durante el otoño por el Sr. Colomina Carolo, ilustrado profesor del Instituto de Pontevedra, y que me fueron remitidas en consulta por dicho señor, figura algun ejemplar de esta especie, recolectado en Pontevedra y creo que sea el primero que comprueba la existencia de dicha especie en Galicia.

Boletus luridus Schaff (B. rubeolaris Bull. B. tuberosus Schrad., B. Satanas var. purpureus Lenz., B. purpureus Fr.)-Aunque esta especie sólo aparece indicada en la Enumeración del señor Colmeiro como de Portugal, Valencia y valle de Vertizarana, se comprende que un área tan discontinua sólo puede aparecer tal por falta de observaciones. Ofrece por ésto interés la adición de localidades cuando se trata de especies que se hallen en este caso. En el trabajo del Sr. Aranzadi se hace mención de existir esta especie en Guipúzcoa, según el señor Furundarena, y se citan varias localidades de las cercanías de Bilbao en que ha sido hallada por el Sr. Aranzadi. Yo puedo referir que en Agosto de 1893 recogí varios ejemplares de esta especie en un bosquete situado entre Guecho y Berango (Vizcaya). Recientemente me la ha remitido en consulta el Sr. López Zuazo, entre otras especies recogidas en los alrededores de Burgos.

Boletus variegatus Sw.—No tengo noticia de que esta especie se haya mencionado nunca en España, por lo cual creo de interés hacer constar que se encuentra en cierta abundancia durante el mes de Octubre en los bosques de la Real Casa de Campo en Madrid.

Boletus castaneus Bull.-Hállase en el mismo caso que la especie anterior, pues la he recogido en la misma localidad y estación y creo que es la primera vez que se hace constar su existencia en España.

Boletus pruinatus Fr.-Hongo nuevo para la flora española que figura entre los recogidos en las inmediaciones de Burgos por el Sr. Zuazo, y que me fueron enviados para su determinación.

Polyporus confluens A. et S.--Aunque no son pocas las especies del género Polyporus que se han citado en la región septentrional de España, y aunque recientemente se ha publicado un meritorio trabajo del Sr. Aranzadi referente a los hongos del país vasco, por cierto muy bien ilustrado, trabajo que ha renido á quitar interés a varias de las notas que tenía reservadas para esta Memoria referentes á hongos por iní recogidos en dicho país, queda todavía una especie bien curiosa que aún no se ha mencionado, y es el Polyporus confluens. Hallé esta especie sobre los robles en un bosquete correspondiente al término municipal de Berango (Vizcaya) en Agosto de 1893, y debo dar cuenta del hallazgo para que dicha especie se incluya en la lista de las españolas.

Polyporus hispidus Fr. (Boletus id.)-Se ha citado esta especie en Portugal, Valencia y Vertizarana, y su presencia en localidades tan distantes inducía ya á pensar que era muy probable

á que se hallase en otras; pero hasta ahora no conozco más inlicaciones respecto de esta planta en nuestra península. Puede comprobarse su existencia en la Casa de Campo (Madrid), donde en Octubre he recogido ejemplares bien característicos. Esta especie es nueva para nuestra región central.

Polyporus squamosus Huds.-Especie que hasta ahora sólo se había citado en Valencia y que alguna vez he recogido en El Espinar (Segovia), dato que amplía el área de esta especie en nuestro país. También he visto ejeinplares procedentes de Buitrago (Madrid).

Polyporus sulphureus Bull.-Hasta que el Sr. Aranzadi y Unamuno, en su notable trabajo sobre los Hongos del País Vasco, hizo mención de esta especie en Pedernales de Busturia y Ur

duliz (Vizcaya), no se había mencionado esta especie en España. Posteriormente, en las excursiones llevadas á cabo con mis discípulos durante el otoño, recogimos en la Moncloa un gran ejemplar de Polyporus que he determinado como perteneciente a la especie sulphureus. No es, pues, tan rara esta es. pecie como podría suponerse al no haberse mencionado en España hasta época tan reciente.

Lenzites tricolor Fr.-Tampoco esta especie, frecuente en casi toda España, ha sido citada en el Norte, á no ser en contados puntos de las provincias vascas por el Sr. Aranzadi y otros, no obstante lo cual es común en los pinares de Asturias. En Salinas de Avilés la he recogido en abundancia y también me la ha remitido de la misma localidad el Sr. Martínez y F. Castillo. La variedad trametra de esta especie existe en Salinas y también la he recogido en la Casa de Campo.

Cortinarius Bulliardi Pers.- Este hongo agaricáceo, nuevo para la flora de la Península, figura entre los que me ha remitido el profesor López de Zuazo, quien los recogió en las cercanias de Burgos.

Pholiota mutabilis Schæf.-Existe esta especie en Portugal y, según noticias ya publicadas, encuéntrase también en las provincias valencianas; pero no se ha citado en otras comarcas de la Península fuera de las ya mencionadas. A pesar de ésto, no es rara en el Centro y en las mismas inmediaciones de Madrid, pues todos los años la he visto desarrollarse en la Casa de Campo y alguna vez la he hallado también en Aranda de Moncayo.

Pholiota squarrosa Mull.-No se ha indicado nunca la existencia de esta especie en España, sin duda porque nuestra flora micológica, aun tratándose de los hongos agaricáceos, dista mucho de ser bien conocida. Sin duda la especie cuyo nombre encabeza esta nota existirá en muchas localidades, pero actualmente sólo puedo afirmar con seguridad que á ella pertenecen ciertos ejemplares recogidos en el mes de Octubre en la Moncloa.

Stropharia Coronilla Bull.-Hongo nuevo para la flora española, pues, según mis noticias, no se ha hecho nunca mención de que este agaricáceo existiese en nuestro país. Se encuentra algunas veces durante la primavera en la pradera del Canal (Madrid).

Russula nigricans Bull.–Unicamente se ha mencionado esta especie como española en el trabajo ya citado de mi distinguido compañero el Sr. Aranzadi, referente á las Provincias Vascongadas, razón por la cual creo de interés la indicación de haberla recogido en la Casa de Campo durante el mes de Octubre en repetidas ocasiones.

Hygrophorus agathosmus Fr.-Las especies de este género, salvo una, mencionada en Madrid por Lagasca, no se han citado en la Península sino en los Pirineos y en Portugal, cosa explicable tan sólo por el imperfecto conocimiento que de nuestra flora micológica tenemos. He podido comprobar la existencia de una especie nueva en la Península, el Hygrophorus agathosmus, recogido en Octubre en la Casa de Campo (Madrid), especie muy diversa del H. conicus Fr., que Lagasca citó en el Retiro y que yo no he podido hallar aun en las cercanías de Madrid.

Hygrophorus eburneus Bull.—También esta especie figura entre las recolectadas en Burgos por nuestro distinguido consocio el Sr. López de Zuazo, y qae he tenido ocasión de determinar.

Lepiota pudica Bull. (L. naucina Fr.)-Entre los agaricáceos recogidos en la Casa de Campo durante el mes de Octubre figura esta especie, que creo sea la primera vez que se menciona en España.

Russula emetica Schæff. —También este hongo, recogido en Octubre en Burgos por el Sr. Zuazo, es nuevo para la flora española, en que hasta hoy no se había mencionado, según mis noticias.

Panus hirtus Fr.-Este hongo agaricáceo no ha sido recogido en España más que por el P. Lacoizqueta en el valle de Verti


Page 15

Oviedo, ejemplares de una Funaria que es idéntica á la calcarea que poseo de otros puntos de España y que, sin duda, refiero a dicha especie.

Cheilanthes Hispanica Mett. – Tratándose de una planta que exclusivamente vive en la Península y de la que se conocen pocas localidades, conviene hacer constar donde quiera que llegue á comprobarse su existencia. Hasta hoy en España sólo se ha citado concretamente en Toreno y Palacios de Sil, mencionándose también, aunque vagamente y sin expresar localidad determinada, en las provincias meridionales.

Puedo afirmar su existencia en los Montes de Toledo, donde en unión de los Sres. Rouy y Fragoso recogí ejemplares abundantes, especialmente en los Yébenes. También existen en mi colección ejemplares recogidos hace muchos años por el señor De Buen en Fuente el Fresno, y que he determinado como pertenecientes a esta especie. En la sierra de Córdoba (subida de las Ermitas) y en la parte baja de Despeñaperros, ya en la provincia de Jaén, la he recogido en abundancia.

Pteris Herediæ Clem.- Un distinguido y modesto botánico español, el Padre Merino, de la Compañía de Jesús, que recientemente ha publicado el catálogo de las especies que crecen en las inmediaciones de La Guardia (Pontevedra), ha tenido la atención de remitirme, entre otras especies, esta curiosa planta descrita por nuestro Rojas Clemente.

Aunque es evidente la proximidad de esta especie al Pteris aquilina L., no creo que deba prescindirse de la denominación de Clemente y sumar esta especie con la de Linneo, pues realmente difieren entre sí tanto como otras especies de helechos indígenas, de Asplenium por ejemplo, y que, sin embargo, son admitidas por todos como buenas especies.

Interesa también la localidad en que la ha recogido el Padre Merino, pues como sólo se citaba en Andalucía y los ejemplares mencionados proceden de Pontevedra, se debe considerar como muy probable que esta especie exista en otras localidades de la parte occidental de España.

Abies excelsa DC.- Ha existido alguna duda respecto a la existencia de esta especie en la parte española del Pirineo, y no sin razón, pues como hacer notar la Flora forestal del señor Laguna es especie rara en el Pirineo francés, y aunque probable en España por hallarse en localidades francesas muy próximas, como la montaña de Ceret, mencionada por el Sr. Vayreda en su Catálogo de plantas notables de Cataluña, no se había citado de un modo seguro en territorio español. Es, por tanto, de interés el hecho de haberla visto, si bien sólo ejemplares aislados, en el valle de Literola, que es uno de los valles altos de la cuenca del Esera, al cual vierte sus aguas 3 km. más abajo del hospital de Benasque. Conociendo la importancia de esclarecer las dudas que existían respecto de la existencia de esta especie en nuestro país, y teniendo noticias de algunas indicaciones vagas respecto de la existencia de esta en aque-la comarca, la busqué por todos aquellos contornos, no encontrándola más que en la localidad citada.


Page 16

ha sido remitida de Cartagena con esta determinación, que he tenido el gusto de confirmar, por D. Francisco de Paula Jiménez, y un discípulo mío, el Sr. Bellot y Caballero, me ha consultado recientemente sobre la determinación de una planta recogida en Monóvar (Alicante) y que es sin duda la especie de que ahora trato. Es por tanto muy probable su existencia en otros puntos de la región sudoriental.

Salicornia fruticosa L.-Aunque esta especie no se menciona en Castilla la Vieja ni en nuestras provincias septentrionales, debo consignar que he recogido algún ejemplar de ella en las marismas situadas entre Bilbao y las Arenas (Axpe y Lejona) y otros en las situadas en la ría de la Rabia, cerca de Comillas Santander). También la he visto entre las plantas recogidas en las inmediaciones de Olmedo (Valladolid) por mi discípulo D. Daniel Gutiérrez Martín, plantas que por cierto acusan la existencia en dicha localidad de una mancha esteparia aún mal conocida bajo el punto de vista botánico.

Thymelæa elliptica Endl. var. latifolia Lázaro. En la Flora abreviada de Madrid y su provincia, del Sr. Cutanda, aparece mencionada una planta de la familia de las dafnáceas, referida con duda por dicho señor á la especie Passerina villosa Wikstr.

Thymelea id. Endl.). Willkomm y Lange no hacen de esta planta referencia ninguna en su Prodromus, ni para admitirla ni para rectificar la indicación del Sr. Cutanda, sin duda porque no tuvieron ocasión de ver dicha planta y porque no toinaron en cuenta todos los datos contenidos en la flora del botánico español. Tampoco se indica nada de ella en las adiriones publicadas por Willkomm en fecha muy posterior.

El Sr. Colmeiro, en su enumeración y revisión, se limita á transcribir la duda del Sr. Cutanda.

Tratándose de una planta de localidad conocida y relativainente próxima al Guadarrama, punto en que he pasado algunas temporadas, me propuse buscar esta planta crítica como medio único de poder estudiarla. No me fué fácil hallarla, pues sin duda no es abundante en esta localidad; pero al fin pude conseguirlo en el verano de 1893, aunque no en abundancia, y debo dar mi opinión acerca de este caso dudoso.

No encuentro que la especie pueda referirse á la Passerina ó

ANALES DE HIST. NAT.-XXIX.


Page 17

ANALES DE HISTORIA NATURAL.

La descripción que corresponde á esta nueva especie es la siguiente:

Planta anual, de uno á cuatro decímetros de altura, con el tallo sencillo, velloso en su mitad inferior y pubescente en la superior; hojas inferiores aovado espatuladas, con peciolo tan largo como el limbo y éste con algunos dientes muy desiguales y obtusos, separados por senos muy abiertos y poco profundos, rojizo-amoratado y obscuro por el envés; hojas medianas de tres o cuatro centímetros de longitud, desigualmente hendido-dentadas, con los dientes agudos en su vértice, angostadas en un peciolo alado que se dilata y es abrazador en la base, pero sin orejuelas; hojas superiores pinnado-hendidas, sentadas, dentadas, abrazadoras y las supremas casi enteras; cabezuelas sobre pedúnculos iguales ó menores que ellas y con algunas brácteas lineales próximas a la base de las cabezuelas, pero sin formar calículo; brácteas involucrales lineales, con uno o dos nervios blancos, apenas marginadas y verdes hasta en su ápice, con algunos pelitos muy cortos; ligulas nulas; aquenios tres veces más cortos que el vilano, éste blanco.

Por la generalidad de sus caracteres se aproxima al Senecio lividus L., y por su porte á las formas jóvenes del S. vulgaris L. Difiere del primero por su tallo no fistuloso y siempre sencillo, hojas superiores numerosas y no muy distanciadas, pedúnculos cortos, brácteas involucrales no coloreadas en el ápice y carencia de calículo y de ligulas. Se distingue del segundo por su tallo no fistuloso, formas de sus hojas, carencia de calículo y brácteas involucrales sin mancha negruzca.

Carlina acaulis L. var. caulescens DC.- No todos los ejemplares que de esta especie existen en España pueden referirse á una sola variedad, pues pueden verse en las herborizaciones practicadas unos que pueden referirse al tipo genuino de la especie y otros á la variedad caulescens DC., variedades cuya distinción no aparece en la flora de Willkomm. En la Enumera ción del Sr. Colmeiro aparece indicada la var. caulescens, pero únicamente se cita ésta en Monseny. Por lo que he podido ver en la parte alta del valle del Esera, en el Pirineo central, esta especie abunda y se hallan allí mezclados los ejemplares del tipo genuino y los de la variedad.

Centaurea Hoffmanseggiana Lázaro. - Dos son las especies de


Page 18

siento no recordar, no presentaba muestra alguna de que dicha borra pudiese cardarse ó hilarse, pero no estando deterininada suscitó en mi el deseo natural de saber qué planta era aquella. Como no estaba florida y yo no tenía intervención alguna en dicha Exposición, sólo pude lograr unas hojas de la planta en cuestión, que, por el tipo especial de división, me recordaban las de alguna Centaurea, pero sin tener seguridad de ello hasta poder examinar las cabezuelas.

Sólo al año siguiente, y por mediación de ini querido maestro D. Gabriel de la Puerta, pude lograr en Junio de 1881 algunas cabezuelas, que, según el expositor, procedían de plantas espontáneas recogidas en la provincia de Guadalajara, pero sin poder lograr que circunscribiese más sus indicaciones sin duda por la errónea creencia que tenía respecto del valor industrial de la planta. Estos ejemplares, que aún conservo en ini colección, me sirvieron para cerciorarme de que en efecto se trataba de una Centaurea de la sección Centaurium y afine á la C. Tagana Brot. Este ejemplar resultó idéntico á los que en el mismo mes y año pude procurarme en el Jardín Botánico, y que procedían de la planta expuesta en el año anterior.

Como las especies de este género y sección son pocas en nuestra flora y están bien diferenciadas, no me fué dificil adguirir el convencimiento de que si dicha planta era espontánea de España habría de constituir una especie nueva, pero para publicarla preciso era tener seguridad perfecta de alguna localidad en que viviese como espontánea.

La primera indicación de que pudiese ser una planta de Castilla la Vieja la debo á D. Ricardo de Sálaba, mi compañero de profesorado en la actualidad, quien creía haberla visto alguna vez en las inmediaciones de Palencia, lo cual me parece hoy muy verosímil; mas como no tenía seguridad de ello hube de seguir conservando en cartera mis datos sin resolverme á denominar esta planta como una especie nueva.

Cuatro ó cinco años después nuestro consocio y mi muy querido amigo D. Augusto González de Linares, que a la sazón explicaba Historia Natural en la Universidad de Valladolid, tuvo en una de sus estancias en Madrid la atención de mostrarme los dibujos hechos de una planta por él observada en la cuesta de la Maruquesa (alrededores de Valladolid), y cuya determinación le interesaba , reconociendo yo en seguida que era la


Page 19

que ciertamente difiere de la llamada así por Bentham en su excelente Monografia de las labiadas, debe, según Willkomm manifiesta en la pág. 148 de su Suplementum Prodromus Flora Hispanice, reunirse con la llamada por dicho autor C. rotundifolia, a la que consideró como diversa en su Prodromus.

Muy bien debe parecer á todos los botánicos que dos pretendidas especies que no difieren suficientemente entre sí se reunan para formar una sola y nada pretendemos alegar en contra de esta refundición.

En lo que no encontramos motivos tan poderosos es en el nombre que, según dicho autor, debe prevalecer como denominación de la especie refundida. Si atendemos á los nombres específicos más antiguos que se encuentran en la sinonimia de esta especie tanto puede aceptarse el de Calamintha rotundifo. lia Wk., como el de Calamintha purpurascens Benth., porque si el primero tiene en su abono el sinónimo antiguo de Thymus rotundifolius Pers., el segundo puede apoyarse también en sinonimos antiguos como el de Acinos purpurascens Clem.y Thymus purpurascens Poir. Si al referir la especie al género Calamintha prescindimos de las denominaciones específicas que antes se le dieron dentro de géneros á los cuales no puede referirse ya hoy, y tendemos á darle un nombre específico que se refiera á un carácter principal de la especie, el nombre de rotundifolia tiene el inconveniente de que las hojas, más o menos redondeadas no sólo existen en las dos especies refundidas sino también en la verdadera Calamintha grareolens Benth., la C. Acinos Benth., la Calamintha rotundifolia Benth. non Wk., y aun ciertas formas de la C. alpina. Mientras que el carácter de las hojas rojizas ó purpurescentes por el envés sólo se observa en una especie de Calamintha de nuestra flora, que es la refundida. Y no es este carácter, como Willkomm cree, exclusivo de una variedad acantonada en las montañas granadinas, puesto que esta coloración se encuentra bien acusada en los ejemplares del centro de España, como los que yo tengo vistos en Madrid, en Aranjuez y en la Sierra de Villarroya, por ejemplo, y este caracter no es, por tanto, propio de una variedad sino de la especie entera.

Amo y Mora, Flora Fanerogámica de España, tomoni, pág. 124; Willkomm, Illustrationes Flore Hispanicre Insularamque Balearium, tomo 11, pág. 70, lámina cxxx.


Page 20

y estos menores que el superior, todos agudos y terminados en una espinita recta; corola dividida a la altura de las terminaciones de los dientes, sin anillos de pelos en el tubo, muy abierta, con el labio superior cubierto de pelos blancos y largos que constituyen un penacho en su ápice y el inferior trilobulado y con el lóbulo medio romboideo ó casi pentagonal; coloración purpúrea intensa en el labio superior y rosado-ocráceà más pálida en el inferior que presenta venas de color más intenso, estambres salientes casi tan largos como los labios, y estilo de igual longitud y partido en su ápice en dos ramitas estigmáticas, la más larga bastante curva.

Esta planta fué encontrada por primera vez en el mes de Julio de 1894 en las inmediaciones del Monasterio de Piedra, y como puede juzgarse por la descripción presenta analogías con algunas especies del género Stachys, sección Eriostachys, pero se distingue de cada una de las especies españolas de esta sección por una suma de caracteres constante que hacen imposible su inclusión en ninguna de ellas.

Difiere del St. Germanica por no tener las hojas festonadas sino verdaderamente dentadas, presentar más de 20 flores en los verticilastros, carecer de anillo de pelos dentro del tubo <le la corola y no tener escotado el lóbulo medio del labio inferior de su corola. Se distingue del St. Lusitanica, que es una desmembración de la anterior, por los mismos caracteres y porque sus hojas superiores no son triangulares, anchas, acorazonadas y abrazadoras. Se diferencia del St. Castellana Wk., ii sea de la especie española que se tuvo anteriormente por St. Cretica L., porque no forman espiga casi todos sus verticilastros, existiendo entre los primeros larguísimos entrenudos en la nueva especie, porque la espiga no es nunca tan densa

las hojas florales largas y estrechas dominan en ella tanto como las flores y sobresalen mucho de la espiga y porque su lungitud es tres o cuatro veces mayor que el diámetro de ésta; además, el tomento es de pelos mucho más largos que en el Sl. Castellana, pero sin ocultar por completo las superficies como en ésta. Difiere la nueva especie del St. heraclea, por no tener las hojas festonadas ni las superiores casi enteras, por sus hojas caulinares mucho mayores y de otra forma, por tener más de doble número de flores en cada verticilastro y por carecer de anillo de pelos dentro del tubo corolino. Del


Page 21

merozas y todas del tamaño mínimo de la especie (1 dm.), por sus hojas mucho más numerosas y aproximadas, más anchas y grandes, y por sus flores bastante mayores, del tamaño de las del A. majus y por tener las estrías violáceas del labio superior muy separadas y de color intenso.

De la variedad de las sierras conquenses difiere desde luego por tener las flores aproximadas en racimo, único carácter que ha servido para establecer tal variedad.

Interesaría averiguar si esta planta se extiende por toda la cordillera de Gredos, ya que en la carpetana no se ha encontrado nunca.

Anagallis longicaulis Lázaro.-Durante el mes de Agosto de 1893, recogí en los terreros de Berango y Sopelana (Vizcaya), una especie del género Anagallis que desde luego llamó mi atención por la singularidad de algunos de sus caracteres. Estudiada después en Madrid con más detención, me he decidido á describirla como nueva, proponiendo para ella el nombre con que se encabeza esta nota.

Es una planta anual, con los tallos tendidos, de 3 a 6 dm. de longitud, prismáticos y casi alados en los ángulos, con entrenudos muy largos de 4 à 6 cm., hojas mitad de largas que los entrenudos dispuestas en verticilos ternados, triangulares, lanceoladas, anchas en la base, muy agudas en el ápice y vueltas hacia abajo ó reflejas; flores sobre pedúnculos nunca más largos que las hojas, doble más largos que el cáliz y rectos, pero que en la fructificación se encorvan en cayado en su. extremidad; sépalos tan largos como la corola, muy aquillados y muy agudos, con las márgenes blanco-escariosas en su mitad inferior, espinescentes en la fructificación y tan largos ó más que la cápsula; corola azul tan larga como el cáliz; cápsula esférica tan larga como el cáliz con el estilo persistente y espinescente, tan largo como el radio de ésta; semillas casi tetraédricas, parduzcas, con testa cubierta de papilas.

Esta especie tiene ciertos caracteres que la aproximan al Anagallis linifolia L. en la descripción, pero viendo juntas ambas especies, no puede quedar duda de que son cosa diferente.

El Anagallis longicaulis difiere de la mencionada especie por su desarrollo total, por sus hojas bastante anchas, por sus


Page 22

En igual error que en los Icones de De Candolle, se incurre en los Anales del Museo, tomo xviii, lám. 21, núm. II, lámina que lleva también el nombre de Reseda sesamoides L., y por los detalles de la flor y del fruto que en ella figuran, hay que reconocer que representa al verdadero Astrocarpus Clusii.

Tales errores y obras de tan alto valor como las citadas, prueban que hubo confusión entre estas especies, y que este error no ha sido cometido en tiempos recientes.

Por él se explica la equivocación padecida por autores tan clásicos como García Ortega y Palau, que llamaron Reseda sesamoides las que debieron tener por R. purpuracens y canescens L., que son hoy equivalentes al Astrocarpus Clusii. Lo mismo ocurrió á mi querido maestro Sr. Colmeiro, quien en sus Apuntes para la Flora de las dos Castillas, al citar como la especie común castellana el A. sesamoides, error corregido por Willkomm, é implícita y lealmente rectificado en la Enumeración del Sr. Colmeiro, en la que por las localidades citadas se ve bien claro que el común en Castilla es, en efecto, el A. Clusii. Pero como digo, esta equivocación se explica, porque como hago notar, las láminas de De Candolle y de los Anales del Museo son del Clusii, y llevan el nombre de sesamoides. Por cierto que de esta lámina nada dice el Sr. Willkomm, y acaso no tuvo noticia de ella, puesto que no la cita ni en una ni en otra especie.

Y ya que estoy tratando de la iconografía de estas especies de Astrocarpus, deberé mencionar algo referente á otras láminas que se han citado en otras obras. El Sr. Cutanda, en su Flora de Madrid, está en lo cierto al no mencionar más que el Astrocarpus Clusii; pero es de notar que no cita ninguna de las láminas cuya denominación me he ocupado de rectificar; pero en su pág. 153, línea 27, indica la existente en el tomo III, lámina 88, fig. 3.', de la Flora Pedemontana de Allioni, figura que es inaceptable y falta, hasta el punto de no tener ni siquiera el aspecto de una resedácea (más bien parecería una Verónica), y sólo por ciertos detalles se puede reconocer que su fruto es de Astrocarpus, pero sería imposible reconocer en ella ninguna especie determinada, y lo mejor sería prescindir de esta lámina, que debió diseñarse guiándose por algún ejemplar seco y mal preparado, pues .no se explica de otro modo que resultase tan falsa y tan fantástica.


Page 23

numerosas manadas de macacos que pueblan los bosques, y en todas partes me ha parecido ver esas variaciones, relacionadas, según entiendo, con la edad, con el sexo, con el estado de crasitud é delgadez de los individuos, etc, etc.

En la Paragua me pareció al principio que los macacos tenían las patillas más largas que de ordinario; pero muertos algunos ejemplares, no encontré diferencias esenciales respecto á los de las otras islas. Los naturales de aquella dicen que allí existen unos monos muy grandes y atrevidos, de cu

у yos relatos ha nacido, sin duda, la creencia, poco generalizada sin embargo, de que en los bosques de la Paragua hay orangutanes, cosa que nada tendría de extraño, puesto que viven en Borneo, á cuya isla pertenece en la gran mayoría la fauna de la Paragua; pero las exploraciones que hice con objeto de cerciorarme de lo que sobre el particular pudiera haber, de cierto, no dieron resultado alguno positivo, aun cuando me servi como guías de los mismos que me contaron historietas más o menos extrañas referentes á aquellos monos, y procuramos ir á los sitios donde decían que se los veía con inás frecuencia. Por lo demás, la misma vida, las mismas costumbres, gritos y actitudes me ha parecido observar en ellos por todas partes.

La presencia de una especie de mono ó copete de pelos más largos en la cabeza, parece constituir una diferencia más importante, suficiente para admitir, como algunos lo hacen, la existencia del M. cristatus. Por mi parte, todos los ejemplares que he visto en que ese carácter se hace bien perceptible, han sido jóvenes; y en esa edad se puede apreciar en todos ó casi todos los individuos aquel carácter más o menos exagerado en proporciones y coloración. Sin embargo, he visto uno ó dos ejemplares en que el copete era muy marcado, reuniendo además la circunstancia de presentar una coloración general más obscura y formas al parecer más esbeltas; pero esto no me parece suficiente para creer que pertenezcan á especie distinta.

En suma, no he encontrado hasta ahora diferencias bastantes para distinguir las especies que se han citado de este país. Pero el Dr. J. R. Gray describe, además del M. cynomolgus, otras tres especies y una variedad, que han sido frecuentemente admitidas por los naturalistas en los catálogos respectivos. Mas a pesar de alto respeto y elevado concepto que me

á


Page 24

Cuatro especies únicamente se conocen hasta ahora, de este órden, en el Archipiélago, correspondientes á tres géneros diferentes, que a su vez representan otras tantas familias: Galeopitécidos, Tupáyidos y Sorícidos.

Los primeros, los Galeopitecos, constituyen una de las formas más interesantes de la faunula mamífera filipina. El aprecio en que se tienen sus finísimas pieles, impropiamente llamadas pieles de panique, ha hecho que desde antiguo se conozcan estos mamíferos.

Pero los Galeopithecus de Filipinas, ¿pertenecen á una especie única ó deben admitirse varias diferentes? De admitir una sola, żes la misma que se extiende por toda la región situada al so. del Archipiélago, (Borneo, Java, Sumatra, etc.), o constituye una forma específica distinta de aquella y propia de estas islas?

La coloración tan variable de las pieles, la gran diversidad que presenta la distribución de las manchas de que de ordinario están adornadas, las diferencias de tamaño y otras variaciones análogas han sido, sin duda, la causa de que se haya creído y se crea en la existencia de diferentes especies. A esa creencia habrá contribuído también, seguramente en gran manera, la circunstancia de presentarse á la venta esas pieles clasificadas en tres, cuatro o más clases, con precios distintos, reuniendo en cada grupo las más semejantes en colores y dibujos; y como por lo general se ignora que todas ellas proceden ó pueden proceder de las mismas localidades, no es

ó extraño que se haya incurrido en error, creyendo que las diferentes clases de pieles pertenecen a distintas especies de animales.

Esas variaciones, sin embargo, no parecen afectar en manera alguna la morfología general de los individuos, que se refieren sin dificultad á un tipo perfectamente determinado y concreto: esas variaciones son puramente individuales, hasta el punto de que, según creo, ni aun guardan relación con edades ni sexos, como lo demuestra el que entre 18 ejemplares que adquiri en un solo pueblo de Sámar, se veían representados, en los machos como en las hembras, en los jóvenes como


Page 25

en los adultos, todas ó casi todas las variaciones de coloración, tamaño, etc. de que se ha hecho uso para caracterizar las diversas especies.

A mi modo de ver, todas las variaciones de Galeopithecus que se han descrito como distintas, y cuyo número no bajara de cinco ó seis por lo menos, pueden y deben referirse á una sola.

Mas si en este punto mi modo de pensar es determinado y concreto, porque, como más adelante procuraré demostrar, creo que la variabilidad es carácter general muy importante de las especies filipinas, y él explica esas diferencias, siempre variables, siempre con valor distinto, que presentan la gran mayoría de las formas, no me sucede lo mismo respecto á si los individuos de estas islas deben referirse al G. volans, ó si, por el contrario, hay motivo suficiente para considerarlos como especie distinta y característica de este Archipiélago.

Autores hay, no pocos por cierto, que la consideran idéntica al G. volans (L.). Aún los que admiten varias especies distintas, enumeran, por regla general, esta misma especie en primer término, como si la tomasen por tipo para establecer las demás. Otros, en fin, parecen inclinarse á considerar los galeopitecos de estas islas como una especie única, pero distinta del G. volans.

Admitiendo la variación, absolutamente manifiesta en los individuos filipinos, nada tendría de extraño que la forma hubiese llegado a adquirir caracteres diferenciales bastantes para distinguirla de su congénere de las tierras del So.

En estas circunstancias, y hasta que los especialistas resuelvan de manera precisa esta cuestión, admitiremos una sola especie de Galeopithecus en Filipinas y, aunque sin perder de vista las indicaciones expuestas, la consideraremos distinta del G. volans (1).

Con respecto a la distribución geográfica de la especie, existe también, entre otras, una importante causa de error. Designándose sus pieles con la denominación de pieles de panique, lo general es que, quien no los conozca, llame á estos anima

(1) Esta cuestión parece definitivamente resuelta en el sentido de admitir que la forma de Filipinas corresponde á una especie propia, el Galeopithecus philippinensis, Waterh. á juzgar por los datos consignados en el catálogo de Trouessart.


Page 26

ralos y rigidos. Pero en lo que a los subgrupos se refiere, los caracteres particulares no tienen igual valor y quizá algunos sean transitorios, particularmente los comprendidos en nuestro segundo grupo.

Como quiera que sea, las variaciones que presentan los individuos de este género, son muy considerables, cuando menos en apariencia; y si á esto se añade la circunstancia de que parece existir cierta constancia de caracteres en las distintas localidades, se siente uno inclinado à admitir varias especies distintas.

Hasta hace poco tiempo, sin embargo, los Phloomys de nuestro Archipiélago, se referían todos á una sola especie, el Phlæomys Cumingi (Wath), y acaso este modo de ver fuese bastante racional y acertado, sobre todo si se tiene en cuenta que los Phlæomys de Lepanto, parecen poco conocidos y por tanto no podían establecerse las diferencias que estos y aquellos presentan,

Si nos fijamos en las divisiones que en nuestro cuadro comprende el primer grupo, veremos que el color claro, con mancha en forma de silla en el dorso, ó sin ella, se extiende desde el extremo N. de Luzón hasta su extremo S. y á Marinduque: es decir, que recorre toda el área de los Phlæomys. Notaremos también que próximamente en el centro de esta área, en Majayjay, aparece la coloración obscura en la piel, con tonos algo variables en intensidad, particularmente en el dorso, lo que podía inducir á creer que se trata de una especie diferente.

Pero la circunstancia de hallarse Majayjay situado casi en el centro del área de los Phlæomys de Luzón; el no observarse diferencias apreciables, aparte la coloración entre los individuos del NE. y del S. de aquella isla con los de Marinduque, la variación que presentan en su coloración los individuos de Majayjay que algunas veces los aproximan á los de otras localidades y el hallarse á veces en otros puntos algunos ejemplares parecidos á los de Majayjay inducen á dudar

que los de esta última localidad pertenezcan á especie distinta de los otros. Acaso sea más racional considerarlos como una simple raza; y aun faltaría comprobar si al lado de los individuos de color obscuro, existen también otros de color claro, como parece desprenderse de algunas noticias vagas adquiridas en